viernes, 15 de abril de 2011

Die live (I)

Hace unos días explicaba qué significaba la expresión batir el cobre que forma parte de la url de este blog. Si vuelvo a pasar la aspiradora es porque parece que he vuelto a dejar que el polvo se acumule. Aunque empiezo a pensar que no es eso, que no es que se me haya acumulado polvo, sino que, las moléculas habituales han ido llegando y ya me he puesto nerviosa. Y que, además, he descuidado la otra parte. Una no es muy buena ama de casa y cuando el baño reluce, la cocina da miedo (y eso que están bien cerca y que esta casa es pequeña, aunque a lo mejor es por eso... porque esta casa no acaba de convencerme de que sea mi casa).

Además de batir el cobre o de gustarme el barro, todo depende de cómo quieran ustedes entenderlo, pienso demasiado. Me hice fan de Descartes a las 12 años por un libro de francés (¡¡¡!!!) en el que salía una frase suya (creo, porque acabo de buscar en Internet y nada se parece a mis recuerdos). La cosa es que yo me declaré cartesiana a la docena de otoños y a mi padre le pareció muy bien y a mi madre también. O, al menos, no dijeron lo contrario. Cuando fui más mayor y estudié Historia de la Filosofía me envicié con Kant, pero era la época de Selectividad y una tenía muchas ganas en la puerta para aventurarse con más. Pero creo que no lo entendí muy bien (o sí, vaya usté a saber) así que empecé a dudar: todas las decisiones que tomaba conscientemente eran sometidas a un riguroso y repetitivo análisis sin pies ni cabeza. Así una se ahoga. Yo se lo aviso para que no lo intenten. 

Es una tendencia que mantengo, aunque sólo a ratos, alguno se me escapa y empiezo a girar y a girar y a girar y a girar y es un no parar. Hasta que alguien te avisa: "chiqui..." Y yo le miro con las pupilas dilatadas, muy grandes y entra la luz por esa rendija que han dejado y me aclimato y veo que aquello que tanto miraba sólo era una pelota. ¡Una pelota! Roja y brillante, ¡tan bonita! Y yo preguntándome qué era... y mira que cuando la vi pensé que era una pelota, pero oye, a lo mejor me equivocaba y la había tocado con la punta de los dedos, le había dado un golpe, la había olido, hasta chupado un poco, le conté una historia y me la puse en la cabeza como si fuera un sombrero; pero era una pelota. 

Y es que me despisto mucho.

Y me exijo mucho.

Menuda mezcla.

De mayor estoy aprendiendo a ser pequeña y a renombrar las cosas. Así que ahora cuando veo una cosa que parece una pelota, aunque no coincida con la característica de bonita y roja, digo "Pe-lo-ta. Pe-lo-ta." (si puede ser alargando mucho las vocales y muy despacio). Y en función de si la necesito o no pues la cojo o ahí se queda. Y así con todo... Reciclo mis ideas, mis referentes y mis definiciones. Amigos no son lo mismo que eran antes. Y mi casa, tampoco es exactamente la misma que era...




Bulgaria: curiosidades (I)

¡Ay, ay, ay!

Pues sí que les tengo abandonados. Ya me van a perdonar. 

No sé dónde me quedé ¡ay! ¿qué les tenía que contar? ¿Las mejanas? ¿los estudiantes? ¿y Baba Marta? ¿y el 8 de marzo? Me van a faltar días al final... quizá debería quedarme un poco más.

Les hablé del sistema y del colegio, que no es poco. Pero me dejé lo mejor, que lo mejor son ellos: los alumnos. O quizá debería decir las personas, así en general. Porque si algo hay que reconocer a este país es que la gente es bastante guay. A ver, guay a la manera no ibérica de ser guay, de los Pirineos para arriba. Guay de "Algún día deberíamos tomarnos un café" y claro, una tiene como lengua materna el español y todos sabemos que eso en español significa: "quizá si nos cruzamos y eso, pero vamos que nada fijo". Empiezo a sospechar que aquí, en Bulgaria, cuando te dicen "vamos a tomarnos un café" es en serio. Pero es que lo dicen una vez y ya y así una no sabe muy bien cómo comportarse ni qué hacer. Porque ¿y si en ese momento me va mal? Tú dices: "Tendrá que ser otro día, porque hoy no puedo" Y ya está liada, oyes, que parece que no quieras verles... En fin... Nosotros (yo se lo cuento por si no se habían dado cuenta) somos un poco más diferentes. Los jóvenes más alcohólicos y abiertos a las invitaciones, insistentes incluso; al menos, eso creo. Los mayores... pues no me meto, cuando llegue a sus edades comento :P.

Luego está el tema de las caras, que es complicado. ¿No se han fijado? En lo hispánico sonreímos (aunque no sonriamos) mucho más, con el borde de los labios, la comisura se levanta un poco. Aquí no. Ni un poco. A no ser que te conozcan (y te quieran saludar). Si te conocen sí, son unas sonrisas amplias, amplias. Aunque, en la mayoría de los casos si no te conocen y les hablas también te sonríen de pa' dentro (que decía un colega amigo mío); a veces no, claro, pero bordes hay en todas partes. Y cuando te conocen un poco, aunque sea de ir siempre a la misma tienda, son muy agradables y te preguntan y tú sonríes o dices "da,da" (sí, sí) y casi nunca aciertas con la respuesta, porque es algo más complicado y a ti te suena a búlgaro que es lo que es y la lengua que no entiendes.

Escena
Los de undécimo hacen teatro. ¿Necesitan que les diga algo más? Con patatas ¡me los comía con patatas! Tenían que haberlos visto interpretando la versión libre que hizo una de sus profesoras del Lazarillo de Tormes. La ilusión, las ganas... Como más me gustan son a poquitos, porque cuando son muchos la mayoría se calla y no es tan divertido. Katerina se pega unas conversaciones de no te menees, dándole veinte patadas al diccionario, pero qué culpa tiene ella si en búlgaro el infinitivo no existe y se lía y o conjuga todos los verbos o no conjuga ninguno... Y Elitsa, Ivanka, Tsvetelina, Magda, Boriana, Borislava, Petko, Jorge (en cuanto se llaman Giurgiu se cambian el nombre, yo tampoco lo entiendo), Kaloian (hay un montón de Kaloianes), Martin, Desislava, Radina, Ivelina (que no me deje a Ivelina), Guergana, Bobo, Véselin, Iveta, Tsveta, Johanna, María y Yuliana y tantos otros que no menciono, pero que tienen nombres igual de complicados (o más) que los anteriores. Otra curiosidad, las listas de clase aquí van por el nombre y con el alfabeto búlgaro, claro, que tiene la v detrás de la b para no perderla.

Y de verdad, de la buena, que si no llega a ser por ellos, yo me hubiese cogido las maletas hace un montón de tiempo.